miércoles, 23 de mayo de 2012

Alea iacta est

Efectivamente mis queridos lectores, ha llegado el momento.
Y como un Julio Cesar cruzando el Rubicón, ya no hay posibilidad de marcha atrás, ya todo será seguir las flechas amarillas, hasta donde el cuerpo aguante.
El comienzo de la andadura ha peligrado bastante, por motivos laborales, pero al final me voy el día que tenía decidido pero después de unos días muy agitados.
Bueno hay cambios de última hora respecto a lo previsto, ya que al final no me puedo llevar el movil con internet y no podré escribir todos los días en el blog como era mi intención.
La primera intención era salir de la Catedral a las 8 de la mañana, pero como se prevé bastante calor saldremos una hora antes, tenemos 23 kms. por delante hasta Guillena.
La mochila al final pesa bastante más de lo que yo esperaba, pero ya no puedo quitar nada más de lo que llevo, así que tendré que ponerme las pilas.
Deseadme suerte, un abrazo.

 ¡¡¡  Ultreia et suseia Santiago !!!

sábado, 5 de mayo de 2012

¿Qué comían los Peregrinos de la Edad Media?


El pan y el vino eran las bases de la alimentación medieval. Por lo tanto estos elementos serían indispensables en el viaje. Los peregrinos del norte de Europa e Inglaterra, zonas donde el vino no se consumía en exceso, bebían fundamentalmente cerveza. La comida pedida por un peregrino en un mesón o el contenido del zurrón jacobeo para acompañar al pan eran la carne, el pescado, las legumbres, las hortalizas las verduras y las frutas. Todo ello dependía del poder adquisitivo del consumidor. 
La mayor dificultad de los peregrinos para seguir con su dieta habitual durante la peregrinación era la carencia de estos alimentos en las diferentes comarcas por las que pasaban. El mundo rural, cuya dieta era muy monótona, tenía sus propios productos-base; la carne más empleada era la de cerdo, aunque también se sacrificaban para el consumo humano ovejas y vacas. Estas carnes pertenecían a animales viejos y por su dureza debían ser cocidas durante largo rato en una olla perdiendo, de este modo, todo su sabor y propiedades nutritivas. Dado el escasísimo poder adquisitivo de las clases populares en esta época podemos pensar que los peregrinos, en su mayoría pobres, no podrían consumir más quedespojos (hígados, orejas, patas, tripas). 
Muy apreciadas, en las zonas donde se elaboraban, eran las morcillas (a base de sangre de cerdo, azúcar, pasas y piñones), lascastañas, complementadas también con sangre porcina, y las tortitas de harina de mijo

Los viernes y el resto de los periodos marcados por la Iglesia como de abstinencia los peregrinos más afortunados encontrarían algún pescado en su mesa, el resto debería comer frutas y verduras (habas, judías, lentejas, ajos, calabazas, rábanos, lechugas...) a las que añadiría los huevos, crudos o cocinados. 
El pan no se parecía al actual sino que era una mezcla de cereales (mijo y avena) cocidos con agua (leche) y sal.